Venezuela atrapada entre pactos y corrupción de cúpulas políticas
El secretismo, a espaldas del pueblo, y la falta de democracia, por la exclusión de la ciudadanía en los diálogos y negociaciones de Oslo (o cualquier otra localidad), entre las cúpulas del gobierno y de la oposición de derecha, no tienen otro sentido que la disputa por el poder y los negocios entre la burocracia y el capital, mientras como telón de fondo, está la codicia en torno a los recursos naturales venezolanos y por la hegemonía geopolítica, entre los gobiernos y empresas de norteamericanos, europeos, chinos y rusos.
El reciente escándalo de corrupción que ha explotado desde Colombia con la actuación de operadores políticos al servicio de Juan Guaidó, derrochando lujos y altísimas sumas de dinero, que se supone estaban destinadas a la famosa “ayuda humanitaria”, da cuenta de cuan podrido está todo el entramado político en Venezuela, con sus partidos y sus instituciones en general, que solo actúan respondiendo a mandatos de clanes mafiosos, que han hecho de la renta de la nación su gran botín y sobre cuya captura llevan adelante la verdadera disputa a la que nos referimos. El gobierno madurista como usufructuario del inmenso desfalco a la nación y los que pretenden desplazarlo para colocarse en el poder, compiten por el premio de la corrupción y la apropiación indebida de fondos de la nación.
La respuesta que ha dado el gobierno madurista sobre el caso de corrupción en las filas de Guaidó es exuberante en cinismo y manipulación, porque ninguna de las partes tiene moral y se dedican a acusarse la una a la otra, siendo de naturaleza muy similar. En realidad se trata de un perverso juego muy funcional a sus distracciones polarizadoras, mientras la población continua padeciendo los rigores de una situación de sobrevivencia, con salarios de miseria, con escasez de medicinas y alimentos, a precios inalcanzables y con problemas crecientes que vienen implosionando en materia de servicios públicos, entre tantas otras manifestaciones de la crisis capitalista que experimentamos en Venezuela, por más que unos y otros nos quieran engañar diciendo que este desastre se llama “socialismo”.
El gobierno burocrático-militarista y de nuevos burgueses que encarna Maduro, es la expresión de los autores del desfalco a la nación. Es responsable de un rumbo económico que ha sumergido al país en una catástrofe sin precedentes, mientras una nueva élite se ha vuelto multimillonaria y actúa con la prepotencia del poder. Sus funcionarios que derrochan opulencia y propiedades como resultado de lo mal habido, no son, por lo tanto, el interlocutor idóneo para denunciar frente a la mayoría honesta del pueblo trabajador, los desmanes que cometen quienes dicen ser sus adversarios de la oposición, pero que “se parecen igualitos”, como se habla jocosamente a nivel popular.
Mientras todo lo anterior sucede, ha transcendido que los mismos actores, pero en otros escenarios, continúan con sus reuniones de agendas secretas, escogiendo esta vez otro alejado país del norte de Europa, a donde no lleguen los oídos ni las voces del pueblo venezolano. En esta oportunidad mudaron su encuentro a Estocolmo, Suecia, contando con la presencia de representantes de El Vaticano, la Unión Europea, Cuba, Rusia y Naciones Unidas. Con el mayor sigilo discuten, al margen del pueblo soberano, sobre Venezuela; en lo que parece ser una señal de consolidación del cambio de estrategia del imperialismo yanqui, que alterna el “garrote” con la “zanahoria”, poniendo acento esta vez en los diálogos en vista de que ha fracasado, hasta ahora, la vía intervencionista directa o el decantamiento militar a su favor, tan vitoreado por el autoproclamado “presidente interino”, Juan Guaidó.
Buscan una salida negociada que apetezca a todos los factores implicados, buscan acordar sus jugadas que les permitan reacomodarse en el marco de un tablero donde los trabajadores y los sectores populares seguiremos cargando sobre nuestros hombros el peso de la crisis que ellos han creado y que están dispuestos a estirar hasta las últimas consecuencias, sin importarles un mínimo el hambre, la miseria y las grandes penurias que han cundido sobre la inmensa mayoría de los hogares venezolanos, traducidas en todo tipo de padecimientos, migración masiva y muertes.
La visita de Bachelet, como Alta Comisionada de la ONU para los DD.HH., en este contexto, no es otra cosa que el papel de quien viene a tratar de conseguir “por las buenas” lo que Trump ya ha venido ablandando “por las malas”, porque como instancia de la gobernanza imperialista global, la ONU termina estando al servicio de similares fines por diversos medios. El arreglo es entre las cúpulas nacionales y mundiales, al margen y en contra de los intereses verdaderos del pueblo venezolano y de nuestra clase trabajadora.
Entretanto Maduro sigue aplicando un “paquete” cuyos efectos también los busca el Plan País de Guaidó, en contra del pueblo trabajador
Mientras van y vienen las presiones y sanciones, las negociaciones y los escándalos, el gobierno de Maduro-PSUV-Militares sigue aplicando un paquete demoledor de los derechos, beneficios y conquistas laborales. Tan antiobrero, que la patronal privada está contentísima y lo está aprovechando para el incremento de sus ganancias a costa de la sobreexplotación. El gobierno ha conseguido llevarnos a niveles de “salario cero” que apenas equivale al costo de trasladarse al trabajo.
Con ello están abaratando el gasto del Estado, con mano de obra casi gratuita, que les permite ir cubriendo el hueco dejado por el desfalco e incrementar el margen de plusvalía de manera espectacular. Los capitalistas pueden cobrar muy caro al consumidor y pagar poquísimo al trabajador. El propósito de esta operación es ofrecer una masa laboral baratísima para las inversiones extranjeras y para los negocios en los que participa tanto la burocracia como la burguesía tradicional, a pesar de que se peleen en el ring de la economía y de la política.
Esto lo logran combinando el efecto expropiador del salario que tiene la hiperinflación, con la fijación de un salario mínimo más que miserable, muy por debajo de la Canasta Básica y de la Alimentaria (violando el Art 91 de la CRBV), y con la supresión espantosa de beneficios laborales, tanto en los hechos como con instrumentos de despojo, tales como el Memorando 2792, contentivo de Lineamientos liquidadores del salario, de las convenciones colectivas y de derechos sindicales. A esto se suma la represión y la coacción para contener y controlar las luchas. El valor del trabajo es destruido (para el trabajador) y se hace que la gente dependa clientelarmente de bonos y cajas de CLAP para extremar el control sociopolítico del Estado. Está en curso una contrarrevolución que viene imponiendo peores formas de explotación y sometimiento contra la clase trabajadora y ante esto hay que resistir.
Es como si Bolsonaro, Macri y otros neoliberales se hubiesen juntado al gobierno de Maduro, para imponerle el más cruel ajuste a las trabajadoras y trabajadores venezolanos. Y por eso, a pesar de que gritan ¡que se vaya Maduro!, la patronal y los explotadores nacionales y extranjeros están contentos con estas medidas, pues ya tendrán adelantada una parte de la labor si es que consiguen volver al poder político (o ser co-partícipes de él). Eso ni se les ocurre cambiarlo en las negociaciones que llevan a cabo en Europa.
La posibilidad de una salida genuinamente soberana y popular a la crisis
Está claro que nada bueno va a salir para los trabajadores y los sectores populares de los acuerdos a que puedan llegar las cúpulas corruptas y autoritarias encabezadas en estos momentos por Maduro y por Guaidó y sus respectivos aliados internacionales, lo que implica un reto para un sujeto al que hasta ahora se le ha tratado como convidado de piedra, amén de todo el engranaje represivo con el que el gobierno le ha apuntado haciendo uso de los cuerpos represivos del Estado: la clase trabajadora, el pueblo venezolano.
Así las cosas, los trabajadores venezolanos han comenzado a dar ciertas muestras por oxigenar las luchas por el tema del salario o contra el memorando 2792, aunque todavía débiles y dispersas, y sin una dirección claramente autónoma y menos con un programa de lucha que apunte a visibilizar una salida a la crisis con clara definición de clase; es decir, realmente en función de los intereses de la gente que vive de su trabajo y no de la explotación y el robo a los demás.
Para enfrentar la arbitrariedad de la burocracia psuvista-militarista o arremetidas anti obreras como las que se están produciendo en PDVSA, en la refinería El Palito, donde la criminalización de la protesta ha significado cientos de despidos, la clase trabajadora debe dar un paso importantísimo en aras de organizarnos y lograr plantarnos en el terreno de la lucha con la mayor fortaleza posible, cuestión que va por igual para trabajadores públicos y privados, cuyos patrones aplican con el mismo fervor mecanismos como el 2792, que es una instrumentación de guerra contra derechos históricos que fueron alcanzados por los trabajadores en décadas de esfuerzos y disputas.
En ese sentido, hace falta también construir una perspectiva independiente para la clase trabajadora y el pueblo desde el punto de vista político, porque solamente con un plan económico en favor del trabajo y no del capital, y solamente con un gobierno propio y no de los burócratas ni de los patrones, podremos encontrar soluciones a nuestros problemas y mejorar nuestras condiciones de vida. Por eso procuramos unir a distintos sectores de trabajadores, como lo estamos haciendo en estos momentos para la movilización autónoma por sus derechos, mediante la concurrencia dentro del espacio de unidad clasista Trabajadores en Lucha. Pero también es preciso construir una referencia política y es lo que intentamos con la construcción de Marea Socialista.
Necesitamos desechar tanto la resignación, que nos lleva a soportar un nefasto gobierno, como la ilusión de cualquier atajo con falsas expectativas como las que levantaron Guaidó y compañía, con tal de salir de Maduro.
Ni Maduro ni Guaidó representan nuestros intereses, son dos caras de casi lo mismo, y construir una alternativa propia de los oprimidos es una tarea con carácter de urgencia. Hace falta reconstruir el tejido social de los sectores más desposeídos, avanzar en lo organizativo y lograr responder desde nuestra lógica al cúmulo de problemas que nos afectan para, en conjunto presentar una salida distinta a la que ofrecen los mismos clanes políticos de siempre, representantes de la burocracia y del capital, de los intereses imperialistas del capitalismo global, de los ricos, corruptos y poderosos.
Algunos dicen que eso es una auténtica utopía, pero desde Marea Socialista decimos que más utópico es esperar algo favorable de quienes obran en función de sus propósitos económicos y de clase. Una salida obrera, popular y soberana, no solo es posible, sino que además es necesaria e imprescindible, y para eso hay propuestas que desde nuestra organización queremos discutir en el seno de los trabajadores, de los sectores populares, de la juventud y de la mujer, por ello a la vez que insistimos en estos llamados, también convocamos a que vengan con nosotros a seguir construyendo una alternativa política genuinamente revolucionaria, anticapitalista, antiimperialista, antiburocrática y profundamente democrática.
Por otra parte, hay que sentir los vientos de lucha favorables, que soplan a nivel internacional, como las movilizaciones que se están dando contra gobiernos como los de Bolsonaro en Brasil, Macri en Argentina, o incluso en lugares aparentemente tan lejanos como en Hong Kong, donde millones de personas apenas hace días colmaron las calles para rechazar una ley considerada arbitraria y antidemocrática. La clase trabajadora es diversa, pero es una, y su lucha a nivel internacional, tiene repercusiones para los trabajadores venezolanos. En esa lucha nos inscribimos junto a los movimientos anticapitalistas del mundo y junto a decenas de partidos de distintas latitudes con los que nos estamos agrupando en la Liga Internacional Socialista (LIS), a partir de la fusión de Anticapitalistas en Red con otros agrupamientos a escala internacional.
No confiamos en ningún diálogo de cúpulas nacionales e imperialistas
Sólo creemos en el diálogo creativo del pueblo trabajador y en sus luchas
Construyamos nuestra propia fuerza social y política con independencia de clase, forjada en la movilización y la lucha unitaria del pueblo
La solución no es que nos pongan a elegir con qué verdugo nos quedamos
Ni Maduro ni Guaidó, ni capitalismo burocrático ni capitalismo liberal
Estamos contra toda variante golpista e intervencionista, contra las sanciones económicas que sacrifican al pueblo y contra el pillaje de los EE. UU sobre los recursos y bienes de Venezuela en el país y en el exterior
Maduro y Guaidó sacrifican al pueblo para pagar deuda corrupta y para satisfacer a los corruptos. Usemos los recursos del país y de la deuda para aliviar la crisis y no para alimentar al capital financiero, a los corruptos y a los tenedores de bonos
No a la entrega de soberanía nacional a los imperialismos emergentes Chino y Ruso. No a la injerencia imperialista de cualquier signo.
La solución es prepararnos y luchar por un gobierno propio de los trabajadores y el pueblo, que aplique un plan en favor del trabajo para superar la crisis
Te invitamos a acompañar a Marea Socialista para construir esta alternativa