El 29 de junio culminó la cumbre del G20 2019. Su resultado se enmarca dentro de la fuerte disputa inter imperialista por la plusvalía mundial. Por un lado, la “guerra comercial” entre EEUU y China y el llamado “proteccionismo”, por el otro, un tratado de “libre comercio” entre la Unión Europea y el Mercosur ampliamente favorable a los capitales imperialistas. Dos caras de la misma moneda. Todo sazonado con una cínica declaración, de todos menos Trump, a favor del medio ambiente.
La reunión prevista entre del presidente de EEUU Donald Trump y su par chino Xi Jinping terminó en forma similar a la realizada en Buenos Aires en el 2018, con el anuncio de una tregua mediante la cual EEUU se compromete a no subir aún más los aranceles de importación sobre los productos chinos y a levantar parcialmente la veda de comercio sobre la tecnológica china Huawei mientras duren las negociaciones. China se comprometió a un gesto similar.
Obsesionado por bajar el déficit comercial que EEUU tiene con el gigante asiático, desregular su economía para un mayor ingreso de productos agrícolas, industriales e inversiones de capitales estadounidenses y fundamentalmente frenar su avance tecnológico, que cuestiona la hegemonía estratégica de EEUU, Trump amenazaba con arancelar un 25% otros U$S 325.000 millones de importaciones chinas (1).
En lo inmediato esta nueva “tregua” obedece a las dificultades que atraviesan los chinos con el arancelamiento a sus productos y al duro golpe que significó el bloqueo a Huawei y también a las dificultades que los norteamericanos sufren por el encarecimiento de importantes productos de consumo si continua la política de arancelamiento. La “guerra comercial” enfría la economía mundial y amenaza el actual incremento del PBI yanqui, bajando las previsiones de crecimiento de los negocios capitalistas.
A mediano plazo esta nueva “tregua” solo puede considerarse como un momento más en la disputa por la ganancia capitalista y es muy difícil que el actual armisticio termine en forma distinta del anterior, ya que las causas de fondo que han llevado a la “guerra comercial” siguen desarrollándose y se profundizan.
El “proteccionismo” yanqui vs el “libre” comercio
La tregua se realiza además con nuevas concesiones chinas destinadas a la compra de productos agrícolas norteamericanos. Concesiones obtenidas por un Trump que no dejó de zarandear a sus socios: a los de la UE, en particular a Alemania, por estar morosos en sus pagos a la OTAN y comprarles gas a los rusos; a India por arancelar productos yanquis luego de que este país los impusiera como una respuesta defensiva ante la pérdida de beneficios decretada por el gobierno norteamericano; o a su viejo socio, el imperialismo japonés, con el que tiene que renegociar su tratado de defensa. El “proteccionismo yanqui” no es otra cosa que la imperiosa necesidad del imperialismo norteamericano por disputar mayores cuotas de la plusvalía mundial.
En la otra punta, liderados por Europa, están los adalides del “libre comercio”, del “multiteralismo”, etc. De una “libertad”, que en realidad es la miseria y opresión de los trabajadores y los pueblos pobres frente a los negocios de las potencias imperialistas. Estas potencias se anotaron un poroto con el acuerdo de libre comercio Unión Europea – Mercosur, que de llegar a implementarse significaría un fuerte retroceso para las economías latinoamericanas que resignarán toda posibilidad de desarrollo industrial autónomo, para profundizar su rol de exportador de productos primarios, al servicio de las ganancias de las multinacionales y los sectores de capital concentrado locales.
Otros temas que cruzaron este G20
Distintos temas de actualidad cruzaron la Cumbre. La crisis con Irán, Venezuela, la crisis migratoria, fueron parte de las discusiones. Muchos de ellos no estaban en la agenda oficial, pero cruzaron inevitablemente las reuniones paralelas, que suelen ser donde se tejen los acuerdos sustanciales, ante la devaluación y crisis de este foro imperialista.
Mientras se desarrollaban sus deliberaciones y cuando todavía no se había diluido el impacto de la foto del padre muerto junto a su pequeña hija en las orillas del Río Bravo, la detención de la capitana del navío “Sea Watch” por romper el bloqueo naval a la isla italiana Lampedusa, para salvar la vida de 40 inmigrantes africanos rescatados, volvió a desvestir las mentiras e hipocresías de los defensores de la “libertad y la democracia”. De los que han retirado del Mediterráneo las naves de patrullaje y salvamento de los náufragos. Persiguen y criminalizan a los que cumplen la tarea humanitaria del rescate, a los que significan la diferencia entre la vida y la muerte para miles de inmigrantes africanos que se siguen lanzando al mar.
La declaración final de la cumbre, luego de una ardua negociación, volvió a pronunciarse, con la excepción de EEUU, por sostener los acuerdos de Paris para frenar las emisiones contaminantes al medio ambiente. Una declaración de un cinismo a toda prueba justamente porque está hecha por los máximos responsables (junto a EEUU) de que el cambio climático y la degradación del planeta no se detenga. Hasta la propia ONU ha tenido que sacar fuertes declaraciones sobre la emergencia. El cinismo es obligado. Ninguno de los mandatarios allí reunidos tiene intención de realizar las acciones necesarias para detener el grave deterioro ambiental. Irían contra los intereses de las multinacionales que representan. Pero el crecimiento de la conciencia ambiental y las movilizaciones que, por miles y miles los jóvenes están realizando con centro en las metrópolis, los obligan a estas declaraciones de compromiso.
Una crisis que se profundiza
Pese a las nuevas “treguas”, a los tonos cínicamente más amables, o a los acuerdos de “cooperación” realizados, esta nueva cumbre reflejó la continuidad de la crisis y disputa inter imperialista por hacerse de mayores márgenes de ganancia. Ganancias que necesitan para calmar las crisis y problemas por las que atraviesan sus economías imperialistas, que no pueden obtener las mayores cuotas de explotación necesarias de los trabajadores y pueblos del mundo, ya que la prepotencia imperial se topa con una resistencia generalizada a sus planes de ajuste o a su intervención militar, como la nación iraní está demostrando frente al asedio yanqui.
Frente a la crisis sin salida del sistema capitalista imperialista que este G20 ha vuelto a reflejar más que nunca está planteada la tarea de construir una herramienta revolucionaria que pelee por un sistema distinto, socialista. Una tarea que es más urgente que nunca y que los que construimos la LIS-ISL dedicamos todos nuestros esfuerzos a desarrollar.
Gustavo Giménez
- En mayo pasado, al romperse las negociaciones, el gobierno yanqui aranceló U$S 250.000 millones de importaciones chinas y luego bloqueó, con la excusa del espionaje tecnológico, la venta a Huawei de software y hardware imprescindible para la compañía. Los chinos respondieron con aranceles a los productos yanquis por U$S 110.000 millones y con la amenaza de bloquear las ventas de tierras raras, imprescindibles para el desarrollo de los productos tecnológicos norteamericanos.