El movimiento popular-revolucionario de América Latina y particularmente el venezolano, debe no solo repudiar públicamente a estos grupos, sino también estudiar y analizar concienzudamente tanto el accionar criminal de grupos que se autodenominan de izquierda que afectan severamente con su práctica a la población así como el accionar en contra de la población de una Fuerza Armada que se autodenomina bolivariana y socialista y su praxis no es más que reproductora de la cultura pentagonista aprendida y aprehendida en la escuela de fabricar asesinos, la Escuela de las Américas, expresada no solo en los hechos recientemente ocurridos en la Victoria y caseríos vecinos, sino también en su quehacer cotidiano traducido en el maltrato, la vejación, la estigmatización, el cobro de vacuna permanente en contra de los ciudadanos de fronteras y la alianza de ciertos elementos policiales-militares con organizaciones criminales de distinta índole.