Las trabajadoras y trabajadores venezolanos seguimos padeciendo un nivel de vida absolutamente asfixiante. En medio del avance de la pandemia del Covid 19, la falta de servicios públicos, padeciendo el autoritarismo del gobierno y sus fuerzas represivas, debemos además subsistir sin un salario que mínimamente pueda cubrir nuestras necesidades elementales. Es cierto que la crisis generada por el gobierno de Nicolás Maduro ha resultado un arrase abarcador para la gran mayoría de los sectores sociales y económicos del país, pero a ningún otro ha apuntillado como a la clase trabajadora.
Habría que consultar con lupa, no solo a cualquier país del orden mundial en la actualidad, sino incluso en los registros históricos, si se puede conseguir ejemplo alguno que pueda equipararse a la destrucción que se la he infringido al trabajo como hecho social en la Venezuela de este 2021. Es una marca que el madurismo y su régimen muestra a sus aliados del capitalismo no occidental, con China y Rusia a la cabeza, pero que, amparados ahora por la Ley Antibloqueo, convoca de igual forma a los inversores norteamericanos y principales potencias europeas. Si, se entiende perfectamente: Venezuela es un país en remate y su clase trabajadora ha sido despojada para que esa subasta se de en las mejores condiciones para los capitalistas, sean nacionales o de donde vengan.
La aniquilación del salario es apenas la punta del iceberg de todo un entramado del rumbo corrupto, mafioso y entreguista que escogió Maduro y la cúpula militarista que le acompaña. Ese rumbo hoy es aplaudido por la gran cámara de empresarios a nivel nacional, como lo es FEDECAMARAS, retratando de manera más tangible la corresponsabilidad del sector privado en el diseño de la crisis y como ésta ha sido descargada en los hombros de la gran mayoría de las venezolanas y venezolanos.
Los trabajadores siguen sin dar una respuesta efectiva. Sus protestas han sido parciales, disminuidas y muy débiles desde el punto de vista orgánico y programático. Sin embargo, no sería correcto si dejamos de decir que es precisamente sobre sus pocas direcciones sindicales y obreras que se han mostrado dispuestas a pelear, que ha caído el mayor peso de la represión estatal. Las cárceles venezolanas están pobladas de obreros como Rodney Álvarez, Bartolo Guerra, Eudis Girot, Marcos Sabariego, entre otros.
Centrándonos en este año, la primera semana de enero los trabajadores de Alimentos Kellogs en Maracay se manifestaron exigiendo mejoras salariales. La respuesta de la directiva de la empresa fue suspenderles y prohibir la entrada a sus instalaciones de sus dirigentes. Poco más de un mes después se disparó la movilización en Guayana, con los sidoristas a la cabeza, y cuya demanda principal es que se cumpla con un salario igual al costo de la canasta básica, tal como lo establece el Art. 91 de la CRBV.
¿Qué hace falta para que las luchas obreras agarren vuelo favorablemente?
Por su puesto que no es tan sencillo resolver la interrogante de cómo es que las obreras y obreros en Venezuela vienen siendo tan arrollados en cuanto a sus derechos y situación de vida y más aún explicar cuáles son las razones de mayor peso ante el panorama generalizado de desmovilización y poca capacidad para confrontar la arremetida patronal pública y privada. Lo que si hemos intentado desde Marea Socialista es socializar nuestro diagnóstico y proponer una serie de campañas en unidad de acción que, convencidos estamos, diseñadas en conjunto nos permitiría pasar a la acción en mejores condiciones e ir recuperando la correlación de fuerzas para el combate.
Así como hemos dicho que el madurismo, más allá de sus disputas de cúpulas con los sectores privados y sus expresiones políticas, cuenta con la complicidad de éstos en el avance de un régimen ultraliberal, antiobrero y profundamente policial; ambas cúpulas tienen a la vez a su servicio a aparatos burocráticos que actúan como correas de transmisión de sus políticas en el mundo del trabajo como la llamada Central Socialistas Bolivariana de Trabajadores (CSBT) o la tristemente célebre CTV por otro lado. Son cascarones que genuinamente no mueven a nadie, no tienen ningún tipo de legitimidad ante sus bases, pero cuentan con recursos provistos a través de sus relaciones clientelares, tanto logística como económicamente.
Visto desde abajo hacia arriba, urge la tarea de que los trabajadores puedan superar esas direcciones de burócratas obreros y su papel de gran escollo tan funcional al gobierno y sus políticas reaccionarias. Consideramos en ese sentido que recuperar las discusiones de manera democrática en cada lugar de trabajo con verdadera democracia obrera, es uno de los mayores antídotos ante ese primer control que han significado esos eternos burócratas apaga fuegos e ir abriendo pasos a que surjan nuevas direcciones al calor de las luchas.
Está más que demostrado que el salario es el primerísimo reclamo anidado en el seno de los trabajadores. Sin salario no hay discusiones de contrato colectivo, no hay prestaciones a valor real posible, ni pensiones ni jubilaciones. Es el eje con mayor potencialidad articuladora entre todos los que podrían ordenar el levantamiento de un poderoso movimiento sindical y obrero en todo el país.
Lo anterior no lo ven ni lo contemplan la mayoría de los dirigentes sindicales, algunos por las razones de sumisión al patrón a través de su relación de cooptación; otros porque, aunque no se han entregado de esa manera, también fueron perdiendo con los años la praxis de lucha y los métodos asamblearios y de debate fraternal en sus espacios de vida laboral y sindical. Agregando con ello, otra espiral al coctel nocivo para la clase trabajadora que ha facilitado la aplicación del defenestrador plan del gobierno y sus pares empresarios ahora encolumnados todos, repetimos, en la Ley Antibloqueo.
Pero, aun así, con todas sus debilidades, el eje del salario es lo que más ha motivado querellas en la Venezuela madurista. Por lo tanto, es apenas lógico pensar que en torno a este reclamo se podría motorizar y encontrar a una gran cantidad de trabajadores de todos los sectores laborales. Es así como se pone a la orden levantar una campaña por el salario, con absoluta claridad, precisión y contenido.
El salario, como cualquier otro derecho, es irrenunciable. No se puede dejar de reclamar y menos paralizarse ante lo que ha significado para nuestras vidas que nos tengan sometidos a menos de un dólar mensual como pago. Entonces hablamos de una campaña para agrupar a la mayor cantidad de trabajadoras y trabajadores de todos los ámbitos y regiones, que nos podamos ordenar guiados por algo tan importante e impostergable. Discutiéndola entre iguales, en cada empresa, en cada lugar de trabajo, y colocarnos de manera definitiva en las calles con la claridad y contundencia que nos ha faltado hasta el momento.
¿Cómo pensamos esa campaña?
Desde Marea Socialista hemos venido proponiendo la más amplia unidad de acción en torno al salario a diversos factores sociales, sindicales y políticos vinculados a los intereses de los trabajadores. Solo por citar un ejemplo, recientemente sostuvimos una reunión con una comisión de la Alternativa Popular Revolucionaria (APR) a donde fuimos a explicar unos primeros elementos sobre como pensábamos desde nuestra organización que se podía diseñar entre todos, de manera conjunta esa campaña. Hasta el momento no nos han dado respuesta, pero a la vez pensamos que el tiempo apremia.
Por otro lado, en el marco del conflicto en Guayana puede notarse públicamente como ha venido interviniendo nuestro compañero Jean Mendoza, ya que, si bien es muy positivo que los trabajadores de las empresas básicas se levanten, no es menos importante que se logre habilitar espacios democráticos para discutir como continuar dicho conflicto; que las grandes decisiones sean el resultado superador de todas las propuestas que surjan y el eje del salario se esparce con todo su peso; solo que, entonces habría que cualificarlo y saberlo jerarquizar a fin de que sea el principal factor que convoque masivamente a la movilización.
Es así como visualizamos una campaña de lucha por el salario de absoluta perspectiva articuladora y movilizadora. Pensamos que el contenido del Art. 91 de la CRBV concretiza lo que nos corresponde exigir y superar lo que tan abstractamente se suele pregonar cuando se habla de “Salario digno” o cuando se pide “Salarios en dólares”, pero obviando en base a que o cual sería la referencia a considerar.
Más allá de la moneda que pretenda disponer el patrón para cancelar el salario, nuestro reclamo debe ser que se cumpla con el costo de la canasta básica. Solo para tener una breve referencia, según el CENDA (Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores) el costo de la Canasta Alimentaria en enero pasado se ubicó en Bs.629.228.835,18. Ojo, que no es lo mismo que la Canasta Básica, que ha de ser el verdadero parámetro para la estimación del salario mínimo que, además de incluir la alimentaria, engloba otros gastos como educación, salud o vivienda.
No se manejan cifras oficiales sobre el costo de la Canasta Básica que obviamente es muy superior al de la canasta alimentaria porque además el gobierno no publica cifras sobre ningún tema económico de interés público ya que todo lo manejan en un absoluto secretismo, pero el caso es que percibiendo un salario mínimo de 1.200.000 no se puede vivir dignamente sino más bien sobrevivir miserablemente.
Golpear con un mismo puño levantando la consigna “Salario igual a la Canasta Básica” (Art 91 de la CRBV), realizar foros sobre el tema, preparar piquetes, mostrarla en los medios de comunicación que tengamos a nuestro alcance, mostrar y cuidar una articulación profundamente de clase e independiente de las cúpulas Gobierno/oposición patronal y solidificar una coherencia discursiva y de acción en ese sentido, son claves esenciales para mostrar un polo referencial a los trabajadores, de unidad de acción y de lucha para recuperar el salario
El amparo que introdujimos en 2018, al servicio de esa campaña
Está claro que no hay magia ni receta milagrosa para recuperar todo lo que nos han arrebatado. Es una tarea única y exclusiva de nosotros los trabajadores. Confiar solamente en nuestras fuerzas y en nuestra capacidad es un enorme paso para ir recomponiéndonos como clase y como sujeto social y político con potencialidad transformadora de la realidad. No estamos diciendo que lo vemos como algo lineal o que sea un camino fácil de recorrer; al contrario, nos han disgregado y acorralado, hasta ahora por supuesto. Aun así, sabemos que desde distintas frentes y con todas las debilidades que tenemos, se han estado realizando iniciativas que coadyuvan a mantener oscilante este derecho fundamental.
A razón de ello en el 2018 introdujimos ante el TSJ un amparo por el Artículo 91 de la CRBV. Ese amparo está registrado con el Expediente 499-2018 y solicita la protección y restitución de un salario suficiente y digno, así como el ajuste del Salario Mínimo en correspondencia con el costo de la Canasta Básica. Sería ingenuo de nuestra parte si pensáramos que el poder judicial actúa por su cuenta y dará curso atendiendo la dura situación que pasamos, pero es una punta abierta dentro del juego táctico que debemos asumir a fin de ir engrosando y registrando el mayor apoyo posible entre los trabajadores y sus distintos organismos.
Sirve para contactar e ir nucleando un registro que en última instancia va a significar una data con miras a colocarnos en la calle. Es con esa perspectiva que movimos ficha en aquel momento y así mismo hacemos un enorme llamado a continuar sumando adhesiones y consustancialmente levantemos la campaña que proponemos.
Desde Marea Socialista estamos a la orden para que desarrollemos esta inconmensurable tarea. A las debilidades que tenemos les podemos contraponer grupalmente las distintas fortalezas que poseemos y mostrando cuerpo de manera ordenada es la mejor forma para ir en busca de todos esas hermanas y hermanos de clase que no ven un referente claro para continuar dando lo mejor de sí en aras de dar vuelco a este terrible periodo histórico que estamos sufriendo.
¡Es posible! ¡Vamos a intentarlo!
Marea Socialista