Por: Gonzalo Gómez
Confiemos sólo en nuestra propia fuerza y sigamos impulsando las luchas, de manera consciente y organizada
Sigue profundizándose el drama de la clase trabajadora y de los sectores populares en Venezuela, hasta niveles inimaginables. Entretanto, la burocracia político militar gobernante trata de avanzar en negociaciones políticas y económicas, que le permitan despejar las sanciones y medidas de bloqueo usadas para desalojarla del poder. Espera conseguir que la gobernanza mundial imperialista deje de hacerle el “¡fo!” o el vacío en las instancias internacionales, y que desista de sus intentos desestabilizadores. En torno a ello el Gobierno de Maduro anda dialogando con sectores empresariales y políticos de la burguesía tradicional.
El canje supone que el Gobierno venezolano continúe con sus políticas anti obreras y de liberalización económica, que deseche todo vestigio de nacionalismo y de soberanía conocido en tiempos de Chávez, para asegurarles buenas ganancias. Sin embargo, no todo está resuelto, porque distintos sectores del imperialismo gringo tienen tácticas diferentes sobre la “salida” para Venezuela, y desde el Congreso de los EE.UU pretenden aprobar nuevas leyes para reforzar el bloqueo y las sanciones.
El cuento de la “democracia” lo resuelven sin el pueblo, como de costumbre, pero dejando más espacio a cierta oposición acomodaticia y entregándose, sin vergüenza alguna, a las reglas impuestas por la OFAC y el Tesoro de EEUU. Eso para que las transnacionales gringas se lleven todo sin dejarle al país nada o casi nada. Lo que quede , si algo queda, se lo agarrarán los depredadores locales.
Las altas autoridades y funcionarios del post chavismo (Gobierno de Maduro) ya no serían señalados por los EE.UU y otros gobiernos, como delincuentes peligrosos; tendrían más facilidades para el disfrute de sus rentas y para seguir adelante con las privatizaciones, empresas mixtas, bodegones, tiendas de lujo… ¡Al carajo la Constitución y la Ley de Hidrocarburos!, que hace tiempo fuerob desechadas, como toda ley del periodo de ascenso de la Revolución Bolivariana que les pueda estorbar en su adaptación y asimilación al orden global capitalista, conducido por la clase burocrática y los nuevos ricos que liquidaron el proceso bolivariano en nombre de Chávez.
Claro que, con su retórica seudo izquierdista se presentan como “Superhéroes” y como tales ahora hacen las paces con “Superman”, aunque estos personajes de cómic, que juegan fútbol con seres desaparecidos y bajados del cielo, no tienen entre sus “superpoderes” la facultad ni las ganas de arreglar los problemas del pueblo, más allá de los “potes de humo” y los anuncios que a la vuelta de un tiempo se vuelven a anunciar.
Con este rumbo, la burocracia y los nuevos lumpen capitalista. Anuncian que están alcanzando reglas de juego para entenderse con sus homólogos de sectores de la oposición burguesa, que quieren un entendimiento para aprovechar oportunidades (Mesa de diálogo en México). Entretanto, Biden, de los Estados Unidos, le termina de retirar la alfombra a Guaidó y a los opositores más rancios o belicosos, a cambio de tremendas prebendas petroleras que reinauguran y reinstalan el neocolonialismo en Venezuela. Ya se le acabó el interinato porque la burguesía y sus partidos optan por negociar y “entenderse” con Maduro; o al revés: él se entiende con ellos.
Así lo muestran, sólo para empezar, los “arreglos” que se están acordando con la Chevron-Texaco, sin impuestos ni regalías y sin claridad alguna sobre cuáles serían los supuestos beneficios que le serían rendidos a la nación. La casta gobernante tira la casa por la ventana para “resolverse” y seguir manejando el “coroto” del Estado.
La anunciada recuperación económica, que realmente no termina de verse, solo funciona para los que están en la “movida”. Es para ellos mismos. Pero la condición mágica que ponen para que sea posible, es que la clase trabajadora se siga sacrificando y produciendo a “salario cero”, sin cubrir ni el costo de la comida de un día. Y sería así hasta que los capitalistas, tanto de Estado como los privados, consideren que pueden dejarle caer al populacho algunas migajas más en el piso. Eso mientras la gente no se rebele.
Para que el pueblo no tenga más remedio que calarse todo esto, han destruido prácticamente toda forma organizativa no controlada por el Estado o por el PSUV (que viene a ser lo mismo), usando la demagogia y la manipulación, el engaño y la represión, por supuesto; con instrumentos como la “ley del odio”, la “ley antiterrorismo”, la actuación extrajudicial de los cuerpos represivos o la intervención de “colectivos” paramilitares.
El pueblo está demasiado ocupado en sobrevivir y las demostraciones de resistencia son dispersas y débiles, por su insuficiente organización y unidad o por falta de una dirección consecuente en las luchas, que no estén sometida a los partidos patronales. La burguesía, aunque se queje políticamente de Maduro o critique su política económica y la falta de democracia, se aprovecha del trabajo casi sin salario.
En estas condiciones, cada pequeña lucha hay que convertirla en una oportunidad para generar, organización autónoma del pueblo trabajador; potenciar la capacidad de movilización, desarrollar la conciencia sobre lo que estamos viviendo y visualizar alternativas como clase con sentido anticapitalista, sin ataduras burocráticas o patronales… Estos son requisitos fundamentales para poder avanzar que deben ser conjugados con un reagrupamiento político que contribuya a que la clase trabajadora tenga una perspectiva propia.
Para Marea eso significa ir construyendo un partido de las y los trabajadores y del pueblo oprimido e ir cualificando la lucha desde las reivindicaciones y derechos elementales, con el propósito de lograr desplazar del poder a la burocracia y a las distintas expresiones de la burguesía explotadora; tanto la de siempre como a los nuevos ricos, pudiendo aplicar un programa anticapitalista y democrático, liberador.
No alberguemos ninguna otra espectativa de recuperación para la clase trabajadora y el pueblo; los únicos que están sacando provecho son los capitalistas privados y de Estado. No creamos en cuentos de caminos de la oposición burguesa para “mejorar” la situación, ni en las ofertas engañosas del empresariado y de los burócratas.
Confiemos sólo en nuestra propia fuerza, pero hay que desarrollarla con conciencia, organización, movilización y comunicación con el pueblo. Desde las pequeñas batallas hasta los crecientes enfrentamientos que en algún momento vendrán. Sólo así podremos levantarnos como actor social y político de clase. Sólo así podremos ofrecer nuestra “salida”, dentro de una visión que recoja realmente los intereses de los que vivimos del trabajo, frente a los que defienden sus privilegios con la explotación, la especulación, el engaño y la represión, aunque compitan entre sí por ejercer la administración y control político del país.