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Por Zuleika Matamoros

En días recientes Nicolás Maduro junto a su ministro de educación Aristóbulo Istúriz informó la decisión de suspender las  clases presenciales por todo lo que resta de año escolar (en Venezuela es de septiembre a julio).

Se anunció  la creación del programa “Cada familia una escuela” en el que les estudiantes serán “atendides” a través de diversos medios digitales: tv, mensajes de textos y whatsapp. La preocupación que prevalece en la sociedad es el modo de hacer efectiva esta medida. En Venezuela el servicio de energía eléctrica, internet y telefonía son deficientes, a lo que se suma el hecho de que la profunda crisis económica y la eliminación de hecho del salario ocasione que gran parte de la población no puedan acceder a tener un teléfono inteligente o computadora.

A la cuarentena le precede una profunda crisis educativa

En el contexto educativo, la cuarentena a causa del Covid-19 le ha venido “de perlas” al gobierno nacional, dado que en el país se atraviesa por una crisis profunda, siendo  uno de sus aspectos más relevantes el déficits de docentes.

Esta situación es la consecuencia de las condiciones laborales a la que han sometido al magisterio venezolano.  Salarios de menos de 8 dólares mensuales, eliminación de hecho de las prestaciones sociales,  incumplimiento de todos los beneficios contractuales, eliminación del HCM (Hospitalización, Cirugía y Maternidad) decadencia de los servicios del IPASME (Instituto de Previsión y Asistencia Social del Ministerio de Educación).

En el marco de esa precaria realidad les docentes deben dar clases en instituciones que presentan fallas de servicios de agua, infraestructura, sin recursos materiales y además con la implementación de un sistema de supervisión y lineamientos totalmente violatorios de la autonomía en el aula e irrespetuosos al propio ejercicio de la profesión docente.

La realidad es que maestras y profesores en estas condiciones se han visto obligados a “renunciar”, pero de fondo significa un despido indirecto y masivo del gremio docente, siendo sustituido por jóvenes insertades en el programa denominado “Chamba Juvenil” que apenas han terminado el bachillerato o con personas con nula o poca preparación, eliminando de hecho toda praxis pedagógica sustituida por la mera repetición de contenidos.

Sindicatos y Federaciones corresponsables de la precaria situación de les docentes

Muchos se preguntan las razones por las cuales los docentes no han salido en protestas a nivel nacional en el contexto de esta dura realidad, la respuesta está en el abandono de la praxis sindical.

Desde hace más de dos décadas el gremio docente adolece de canales de comunicación, intercambio y debate dada la nula práctica de los sindicatos y federaciones. Durante décadas nuestros salarios desmejoraban ante el silencio de quienes fueron y, en muchos casos, aun son parte de las direcciones sindicales. 7 federaciones y decenas de sindicatos actuaron desde siempre a espaldas de la base magisterial. Los contratos colectivos se “discutían y se discuten” en la cúpula, sin asambleas, sin ningún mecanismo de comunicación con las bases. Ellos han sido la correa de transmisión de las políticas que han desparecido todo el poder adquisitivo de les trabajadores en su conjunto, pero que el magisterio es uno de los más golpeados, amén de ser conformado mayoritariamente por mujeres. Es por ello que ante la miserable vida a la que se condena al docente no le sucede una gran movilización, protestas y paros.

Ante este vacío, los sectores de la derecha que se aglutinan alrededor de la oposición tradicional ha intentado capitalizar ese descontento,  lo que ha dado como resultado una “vanguardia docente” capitalizada por sectores que apoyan la política de Juan Guaidó, quien ya ha demostrado que tampoco resolvería las necesidades de les trabajadores. Basta leer su “Plan País” o ver como sus aliados han tratado a los suyos. Trump que deja en la calle a más de diez millones de trabajadores en medio de la pandemia o  Piñera que reprime, encarcela y asesina al pueblo chileno cansado de sus políticas neoliberales , Lenin Moreno que deja caer ecuatorianos muertos en las calles con total indolencia o Colombia en la que asesinan líderes campesinos y sociales. Tales son los aliados de la figura política de la derecha en este país y a la que la podrida cúpula sindical del gremio docente le levanta la mano y pretende poner nuestra incipiente lucha a sus servicios.

En estas condiciones todo el aparato burocrático del Estado es sostenido con trabajo casi gratuito y allí los docentes son los sostenedores del sistema educativo. La “renuncia masiva” de docentes fue la forma en la que la base magisterial, sin dirigencia sindical que se pusiera a la altura, encontró como solución, pero que ha puesto en jaque al sistema educativo.

En ese contexto el coronavirus le cayó “de perlas”. La cuarentena ha logrado regalarle tiempo al gobierno que se niega rotundamente a pagar un salario que tan siquiera cubra la Canasta Básica como mínimo;  esta conquista que logramos plasmar en la Constitución hoy es pisoteado por el gobierno y por las federaciones y sindicatos.

Del Plan   “Cada Familia Una Escuela”

A nivel mundial, la virtualización de la educación es un plan que se cocina a “fuego lento” por los grandes entes mundiales del capitalismo como lo es el FMI y el BM desde hace años para intentar “abaratar” los “gastos” educativos en una abierta política de desinversión en el sector educativo. El Covid-19 lo ha acelerado y su llegada luce intempestiva para lo cual las grandes corporaciones ya están “preparadas”. En esta virtualización de la educación acelerada por el coronavirus quedan excluidos millones de estudiantes en el Mundo, específicamente de los sectores más pobres del planeta.

En ese contexto, Venezuela implementa el plan “cada familia una escuela” medida a la que le precede el despido indirecto y masivo de miles de docentes a través de la política de Salario Cero, la imposición de una educación vertical bajo la mampara de “líneas educativas”  en la que les docentes no tienen mecanismo de participación alguno, con profundas deficiencias en la infraestructura escolar, sin recursos de mantenimiento y sin recursos pedagógicos. A todas luces la suspensión de clases presenciales desde el mes de marzo al mes de julio responde a aspectos que están más allá de la propia pandemia.

La suspensión de actividades presenciales le dará la oportunidad de terminar el año escolar en un limbo en el que cada maestro debe ingeniárselas para atender a sus estudiantes. De manera gratuita y con recursos propios o prestados debe buscar a cada une y mandarle actividades que no han tenido un “espacio de aprendizaje” y que después servirá de sustentación de la promoción de los estudiantes al grado inmediatamente superior.

Ni estudiantes ni docentes pueden llevar la pesada carga de esta nueva modalidad de  autogestión educativa. Millones de estudiantes y miles de docentes viven en tan precarias condiciones que solo podrán entrar en esta antipedagógica jornada algunos pocos.

El programa de” Canaimitas” (laptops para estudiantes entregada por el gobierno)  se fue abandonado paulatinamente y ya la gran propaganda, se redujo a menos escuelas beneficiadas con la entrega del recurso y más medios para propagandizar un programa que no le garantizó a todes el recurso. Docentes quedaron también fuera de la entrega de dichos recursos porque se sobreentiende desde la cúpula, que cada quien debía adquirir una computadora con sus propios recursos. Estos aspectos entre otros no condujeron a que el programa Canaimita entrara en el aula tan siquiera como apoyo tecnológico al quehacer educativo.

Así las cosas el programa “cada familia una escuela”, es una entelequia. Surge de la lógica propagandística del gobierno y no del diseño de una política educativa tendiente a tener espacios de aprendizaje.

Lo peor, es la política de persecución que ejecutan directores y supervisores, sosteniendo como Hércules el pesado rollo propagandístico  para “mostrar” resultados de un programa que solo podrá ser cumplido por pocos. Tristemente el hecho pedagógico en el sistema educativo venezolano está herido de muerte.

Lo que queda claro, que la propaganda gubernamental cada vez es de peor calidad y no puede esconder su intención de dejar en manos de les docentes esta pesada carga. Dice haberse reunido con “sectores”, con “expertos nacionales e internacionales”, habla de sus intercambios con la UNESCO y con UNICEF pero no es capaz de resolver el grave problema material de existencia que tenemos les trabajadores de la docencia. Para muestra está la aprobación de millones de euros para fortalecer el PAE, en lugar de ejecutar medidas que garanticen que en medio de la cuarentena podamos comer maestros, estudiantes y toda la masa trabajadora empobrecida por una política sostenida en nuestra contra y que ha hecho que comer balanceado en un día se convierta en un verdadero lujo en este país.

¿Cómo hacemos?

Ante este panorama les docentes debemos armar un gran movimiento que sobrepase a todas las direcciones sindicales. Necesitamos darle cuerpo a nuestro malestar y eso lo podemos lograr organizades porque de lo contrario, no podremos superar las cosas que llegaron y que pretenden quedarse para siempre.

En estas condiciones no podemos ejercer la docencia  y la imposición del Ministerio de Educación no la podemos cumplir. Nos corresponde unirnos alrededor de la defensa de la educación y eso empieza por la recuperación de nuestro salario, de nuestras condiciones y por el derecho pleno a participación protagónica desde la base docente en las decisiones que se tomen.

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