22 de diciembre de 2018.- El 12 y 13 de diciembre se realizó en Buenos Aires un encuentro de las organizaciones latinoamericanas de Anticapitalistas en Red. Participaron compañeres de Venezuela, Colombia, Nicaragua, Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina. Acompañaron los debates el SEP de Turquía, la ISO de Estados Unidos y SOL de España. Además de corroborar que la realidad ratificó las definiciones centrales de los documentos fundacionales de nuestra corriente, la reunión abordó en profundidad la actual coyuntura mundial y la situación de varios países, entre ellos EE.UU., Brasil, Nicaragua, Colombia, Venezuela y Turquía.
Crisis sistémica
En relación a la gran crisis económica que comenzó en 2008, y que tiene como antecedentes similares únicamente a las grandes depresiones que antecedieron a la Primera y a la Segunda Guerra Mundial, la dinámica que estamos observando es hacia una profundización de la misma y no hacia su resolución. Esto es lo que explica las enormes tensiones interimperialistas que se acumulan y la guerra comercial entre las superpotencias que se ha desatado. Los trabajadores del mundo entero tenemos que tener claridad de que ninguno de los bandos en pugna tiene nada de progresivo, como intentan hacernos creer sectores que se dicen de izquierda sin serlo. Más allá de sus diferencias, todos impulsan ajustes brutales en sus propios países y zonas de influencia para sostener las ganancias de los bancos y corporaciones que ellos representan.
Derrumbe de los viejos regímenes bipartidistas
La contrarrevolución económica mundial que impulsó el imperialismo, en los 90 y el retroceso que significó para los trabajadores y los pueblos, lejos de permitirles un período prolongado de estabilidad a las clases capitalistas tuvo un efecto devastador sobre los regímenes políticos que habían construido al finalizar la Segunda Guerra Mundial. La caída del aparato estalinista los dejó sin su socio privilegiado para enfrentar a la clase obrera. La socialdemocracia y los partidos burgueses tradicionales comenzaron a hundirse debajo de los planes antiobreros que aplicaron.
Primero hacia la izquierda
A principio del nuevo siglo, en respuesta a todo ese negro período “neoliberal”, los trabajadores y demás sectores populares protagonizaron verdaderas revoluciones y rebeliones en distintas partes del planeta. En Latinoamérica uno a uno fueron cayendo los gobiernos más entreguistas y surgieron nuevos, de tinte nacionalista de izquierda algunos, progresistas otros. Cuando la ola llegó a Europa empezaron a emerger expresiones de una nueva izquierda como Syriza en Grecia y similares en otras latitudes. Ninguna de estas variadas expresiones se planteó tomar medidas anticapitalistas para sacar a sus pueblos de la miseria y fueron sucumbiendo y debilitándose rápidamente en la medida en que la crisis de sus economías no dejaba ningún espacio para medias tintas.
Ahora hacia la derecha
La derecha, que en los últimos años ha logrado hacerse del gobierno en varios países, surge de la decepción del movimiento de masas con los partidos tradicionales y todas las expresiones del falso progresismo más que de sus propias virtudes. Sus banderas son la eficiencia empresaria, la mano dura contra la inseguridad, el combate a la corrupción, la xenofobia contra los inmigrantes y los que cortan calles, apoyados en su gran mayoría por sectores reaccionarios del fundamentalismo religioso como las iglesias evangélicas. Algunos, todavía marginales en el contexto mundial, comienzan a enarbolar discursos neofacistas. Sin embargo ninguno de estos proyectos se ha consolidado, y para hacerlo tendrán que producir derrotas históricas a los trabajadores y demás sectores populares que los enfrentan antes de que la crisis económica, que no deja margen para ninguna concesión, los deshilache como pasó con el progresismo.
Un mundo cada vez más polarizado
La perspectiva inmediata más probable no es a un fortalecimiento cada vez mayor de las expresiones de derecha sino al rápido debilitamiento de esta clase de proyectos y al enfrentamiento de masas cada vez más radical al programa que impulsan y a lo que representan. Una muestra contundente es lo que está pasando en Francia con el derechista Macron. En el mundo prima la polarización. Emerge Trump y esto fortalece que crezca el socialismo detrás de Sanders y que se radicalicen franjas enteras de la juventud. Surge un proto-fascista como Bolsonaro, pero comienza a despertarse el movimiento de masas brasilero que había sido anestesiado por años de gobiernos petistas. Crecen grupos fachos y antiderechos en diversas regiones, pero se desata una ola feminista mundial con un fuerte componente anticapitalista.
Hay espacio para la izquierda radical
El surgimiento de expresiones de derecha y la crisis de las referencias reformistas en la izquierda y del falso progresismo en sus distintos modelos no puede confundirnos. Existe un enorme espacio a la izquierda de todas estas expresiones que nadie está ni siquiera intentando ocupar. Es enorme entre la juventud trabajadora y estudiantil, entre las mujeres y los sectores más explotados de la sociedad. Pero solo podremos ocuparlo sí salimos a disputarlo en las calles y con un programa claramente socialista y revolucionario; si no cedemos al canto de sirena de los frentes políticos con sectores de la burguesía “supuestamente progresista” para enfrentar a la derecha, como nos propone el kirchnerismo o el PT en Brasil para enfrentar al supuesto fascismo de Bolsonaro. Si enfrentamos a los propagandistas del campismo y a los gobiernos contrarrevolucionarios que intentan encubrir en Nicaragua, Venezuela o Siria desarrollando una política independiente y de clase frente a las variantes que el imperio intenta construir para sucederlos. Si intervenimos en los procesos de movilización que se desarrollan para disputarles la dirección a todos los aparatos, incluida la derecha, sin caer en el abstencionismo de cierta izquierda oportunista o sectaria. Si no le regalamos a la derecha la bandera de lucha contra la Unión Europea. Si somos vanguardia en la defensa de los derechos democráticos y llevamos adelante un programa de transición para responder a cada una de las necesidades presentes e históricas de nuestra clase. En definitiva si no perdemos de vista nuestra estrategia de luchar por un gobierno de los trabajadores y el socialismo en cada país y el mundo entero.
Táctica y estrategia
El giro a la derecha de las direcciones nacionalistas, progresistas y reformistas tradicionales es escandaloso. Pero también lo es lo rápido que se asimilan al régimen nuevos fenómenos como Syriza, Podemos o variantes más recientes como el Frente Amplio chileno y otras similares. Frente a esta realidad, y sin descartar la validez de determinadas tácticas en determinados momentos, es imprescindible en la actual etapa de la lucha de clases ratificar más que nunca que nuestra estrategia es la construcción de nuestros partidos y una Internacional socialista revolucionaria. Ha sido una orientación en este sentido lo que nos ha permitido dar saltos en nuestra construcción, incorporar nuevos grupos y compañeros a Anticapitalistas en Red y empalmar con otras organizaciones revolucionarias con las que tenemos planteada la posibilidad de construir una gran corriente internacional. Y vamos por más.
Alejandro Bodart