1.Las elecciones presidenciales del 9 de agosto en Bielorrusia, volvieron a ser una puesta en escena de Alexander Lukashenko para lograr la re-reelección en su sexta postulación en los 26 años que lleva en el poder. La aceptación de candidatos, la campaña y los resultados, completaron un proceso electoral viciado de nulidad y fraudulento. Las autoridades impidieron la presentación de los candidatos opositores con más posibilidades de disputar, mediante el encarcelamiento y la implementación de causas judiciales. Durante los días de votación, no se permitió la presencia de veedores imparciales y hubo toda clase de irregularidades que fueron denunciadas, pero no fueron tenidas en cuenta. El escrutinio determinó un resultado del 80% de los votos para Lukashenko y el 10% para Svetlana Tijanóvskaya, ella fue quien tomó la posta de la disputa, cuando su esposo, el popular bloguero opositor Syarhei Tsikhanouski, fue encarcelado. A la luz de los hechos, sucedió lo que dirigentes opositores y activistas advirtieron previamente: los resultados fueron fraguados.
2. La gran mayoría de la población no creyó en los cómputos oficiales, por eso, la misma noche en que se dieron a conocer, la indignación hizo que miles y miles de personas ganaran masivamente las calles, con un gran protagonismo de los jóvenes y las mujeres. Como respuesta a la protesta pacífica, se desató una violenta represión policial que causó miles de encarcelados, brutales palizas, torturas, centenares de heridos y dos manifestantes asesinados. Lejos de causar desmoralización o miedo, la violencia estatal exacerbó la bronca contenida durante años y estalló una verdadera rebelión popular.
3. Fue a partir de este momento que la movilización pegó un salto, cuando obreros de fábricas como BelAz, Grodno Azot, mineros de Soligorsk, trabajadores del Metro, ferroviarios, médicos, enfermeros y maestros realizaron asambleas, huelgas y se sumaron activamente a las acciones callejeras. La entrada en escena de importantes destacamentos de la clase trabajadora fortaleció los reclamos y los extendió, logrando detener la represión generalizada y forzando la liberación de personas detenidas durante las protestas. Las acciones diarias se multiplicaron lugar por lugar y los días domingo 16 y domingo 23 hubo concentraciones multitudinarias, de cientos de miles de personas expresándose en Minsk y otras ciudades. Como contracara, la marcha convocada por Lukashenko en apoyo a su gobierno fue pobre, de pocos miles, aun con el aparato del estado presionando para forzar la asistencia. El “80%” de los votos que le asignaron, no aparece por ningún lado, a Lukashenko lo sostienen el aparato del Estado y Rusia, ya que Vladimir Putin, no le ha bajado el pulgar y se ha comprometido a ayudarlo.
4.Como buen dictador, Lukashenko afirmó que no se irá ni repetirá las elecciones. En estos momentos, la represión es selectiva, se ejecuta sobre dirigentes y activistas, bajo amenaza de despidos, sanciones y causas penales, principalmente entre la clase trabajadora. La propia Svetlana Tijanóvskaya se exilió en Lituania luego de ser citada y retenida durante horas por las autoridades. Por los medios de comunicación oficiales Lukashenko hizo difundir una imagen suya acompañado de su hijo y de una banda armada, luciendo uniforme, chaleco antibalas y un Kaláshnikov en las manos, arengando agradecidamente a las fuerzas de choque, luego de terminada la masiva movilización del domingo pasado. Pretende demostrar más fortaleza de la que realmente tiene, ya que interna y externamente, se lo considera un “cadáver político”, incluso entre la diplomacia rusa.
5. Las movilizaciones impusieron un doble poder en las calles: Lukashenko dice una cosa y el pueblo hace otra, algo que se viene repitiendo desde hace más de 15 días. Sin embargo, no está institucionalizado, todavía no hay una coordinación sólida, democrática y capitaneada por la clase trabajadora, que incipientemente está conformando Comités de Huelga en varias empresas. Será fundamental la creación de nuevos organismos, en los que los sectores más combativos de la clase trabajadora lleven la voz cantante.
6. El fraude electoral encendió la mecha del estallido, pero la pólvora se venía acumulando desde hace tiempo, por distintos motivos. La falta de libertades democráticas se combinó con el avance de la crisis económica capitalista, el deterioro de las condiciones de vida, las desigualdades sociales, la falta de futuro para los jóvenes, la precariedad laboral y una pésima gestión de la pandemia, ya que Lukashenko es negacionista, como Donald Trump y Jair Bolsonaro. Hay otro componente insoslayable: el efecto contagio que provocan las rebeliones que recorren el mundo y cuentan con nuevo impulso a partir de la Rebelión Negra desatada en las entrañas del imperialismo.
7. El pueblo bielorruso padece un gobierno y un régimen autoritario, con características estalinistas. Tras 26 años en el poder, cada resquicio institucional es manejado desde arriba por Lukashenko, con una sistemática persecución sobre los opositores políticos. El movimiento obrero es víctima de esta situación con gravísimas limitaciones para organizarse, protestar y hacer huelgas. Las fuerzas represivas son el pilar fundamental del andamiaje dictatorial, dentro del cual la KGB se encarga del espionaje y la persecución. Formalmente no hay partido único, pero eso es lo que existe en la realidad, ya que sólo son legalizadas las organizaciones que conforman los socios del poder o las que se usan para justificar que la oposición existe.
8. En Bielorrusia no hay “conquistas soviéticas” ya que fueron liquidadas hace décadas, como en todas las repúblicas de la ex URSS, por la burocracia del Partido Comunista. Desde los 90 se inició un proceso de restauración capitalista desde arriba, por la propia burocracia, que fue transformando el país hasta convertirlo en Capitalista de Estado. En la actualidad el país está adaptado a las reglas del mercado, abierto a facilitar la obtención de grandes ganancias patronales a costa de la explotación obrera. Como contracara, se deterioran cada vez más las condiciones sociales de vida de las grandes mayorías. En el 2017 las protestas frenaron la llamada “Ley contra la Vagancia”, que pretendía cobrar multas a las personas sin empleo. Se generalizaron los contratos precarios a corto plazo y se hicieron reformas regresivas con las pensiones. La falta de inversión estatal en salud pública que desnudó la pandemia también es una muestra de que no se prioriza la vida, sino los negocios. Luego de los desastres de la economía planificada burocráticamente, la introducción del capitalismo no ha provocado, ni provocará, mejores condiciones de vida, sino más crisis, pobreza, desigualdad social y padecimientos.
9. Hay estalinistas de todo pelaje que defienden a Lukashenko y su régimen, argumentando que se trata de una conspiración externa y que se asemeja a las manifestaciones de Maidán acontecidas en Ucrania, en los años 2013-2014. Ninguna de las afirmaciones es cierta. No fue la movida de una ficha en el tablero internacional la que motivó la protesta, fue el hartazgo del pueblo que se quitó el miedo de encima y le dijo basta al autoritarismo, al fraude y a las penurias y necesidades sociales insatisfechas por las autoridades. Las manifestaciones no se pueden igualar a Maidán, donde hubo una población dividida entre voluntades “europeístas” y pro rusas y adquirió un peso determinante la ultraderecha. La protesta bielorrusa no expresa un “giro a la derecha”, se encuentra en sintonía con las rebeliones y huelgas que tiñen de sentido positivo la actual situación mundial.
10. Los altos representantes de la UE han anunciado sanciones y el gobierno estadounidense ha expresado su “profunda preocupación” por el desarrollo de los acontecimientos. Son unos cínicos en los cuales no hay que depositar ninguna confianza, porque pretenden seguir clavando sus garras políticas, económicas y militares en el Este Europeo. Tampoco se puede tener expectativas en los gobiernos capitalistas de Rusia y China. Rusia ejecuta una política exterior agresiva, que algunos pretenden suavizar presentándola falsamente como la recreación de lazos solidarios “con las antiguas repúblicas soviéticas”. Las agresiones que desarrolla en el este de Ucrania son un claro ejemplo del expansionismo que practica. Tampoco se puede creer que la intención de Vladímir Putin de profundizar el Estado de la Unión (Rusia-Bielorrusia) tenga como finalidad establecer un proyecto solidario: lo que busca es la anexión del país vecino. La creciente presencia de capitales chinos en Bielorrusia no obedece a un acuerdo desinteresado y fraternal, sino al objetivo de la potencia asiática de contar con la ubicación estratégica de Bielorrusia como puente entre la UE y Rusia, como un eslabón más en la cadena de países que se encuentran en la “Ruta de la Seda”. Entre intereses imperialistas, no hay “mal menor” ni “campo progresivo” para los pueblos, por eso decimos, sin medias tintas: fuera el imperialismo yanqui y europeo, fuera la OTAN del Este, no a la injerencia rusa y el neo imperialismo chino.
11. Hay una dura lucha en curso y no está dicha la última palabra. En ella nos ubicamos junto al pueblo, a los jóvenes, a las mujeres, a los obreros y a nuestros compañeros que están en el fragor de la lucha. Todos juntos levantaron la voz y le pusieron el cuerpo al autoritarismo, por eso, tomamos como propias las exigencias populares por el inmediato fin de la represión, el respeto a los derechos humanos, la libertad de los presos políticos, el castigo a los represores y asesinos de manifestantes.
12. Estamos en presencia de un movimiento heterogéneo, en el que se da una confluencia, tras un objetivo a corto plazo: derrotar a Lukashenko y celebrar nuevas elecciones, pero que también contiene distintos intereses de clase. En el seno del movimiento, siendo parte de la movilización e impulsando la más amplia unidad de acción, es necesario combatir a las tendencias liberales y de derecha que puedan existir, para que no se adueñen de la lucha, ni la lleven hacia un callejón sin salida de privatizaciones y un programa neoliberal. Las principales tareas de los socialistas revolucionarios pasan por ser vanguardia en la lucha hasta sacar a Lukashenko; impulsar la coordinación democrática entre los distintos sectores de trabajadores en lucha y extenderla a la mayoría del movimiento obrero; y dar pasos en la constitución de un partido de los trabajadores con un programa revolucionario.
13. La experiencia de los viejos luchadores, la fuerza de los más jóvenes que están surgiendo y la dignidad de los que no se venden ni se rinden, como el Sindicato Independiente de Bielorrusia, nos hacen ver con optimismo la posibilidad de avanzar en dotar de una nueva dirección democrática, clasista y combativa al movimiento obrero y comenzar a construir una alternativa política de la clase trabajadora, independiente de los patrones y los burócratas. Apoyamos el justo reclamo de nuevas elecciones libres, transparentes y democráticas, aunque alertamos que la única forma de lograr una democracia verdadera como la que reclama la mayoría del pueblo y también las reivindicaciones sociales que permitan una vida digna para todos solo podrá ser posible si una revolución socialista lleva al poder a un gobierno de los trabajadores democráticamente organizados en concejos obreros, donde puedan debatir y decidir libremente su destino. En base a un modelo social sin explotación capitalista ni opresión burocrática para construir una sociedad socialista al servicio de las grandes mayorías populares.
14. Desde la Liga Internacional Socialista venimos de realizar distintas acciones en apoyo a la rebelión popular. En Argentina nos concentramos frente a la embajada Bielorrusia. En Barcelona acompañando las acciones de los emigrados. En Ucrania impulsando la solidaridad desde el Sindicato Independiente de Ucrania “Protección Laboral” y en varios países mas a través de declaraciones y acciones de apoyo. La movilización permanente y la huelga general activa tienen que ser el objetivo para que se vayan Lukashenko y su régimen represivo. Y alertamos sobre la posibilidad de un baño de sangre por parte de un gobierno y un régimen que intentara por todos los medios a su alcance mantenerse en el poder.
Llamamos a los trabajadores del mundo y a la izquierda revolucionaria a redoblar el apoyo, con manifestaciones a las embajadas y consulados, acompañando las grandes acciones que se hacen en Bielorrusia, realizando videos y declaraciones en las redes sociales a favor de los trabajadores en lucha hasta que triunfen.