Somos la generación que está atravesando la segunda crisis capitalista en poco más de diez años. La realidad es que, para nosotros, la juventud, las condiciones laborales son cada vez peores y la situación para estudiar, también es decadente, deplorable. Salto en la súper-explotación, profundización de la precariedad en todo, en la vida. Nuestra generación creció convencida que la mayoría de nosotros nunca podrá tener derechos sociales básicos y que seguro nos tocaría vivir peor, que nuestros padres y madres. Y esto empezó antes, mucho antes que apareciera el COVID-19. Nuestra generación, lo que registra como imágenes del sistema son analfabetismo, desocupación, catástrofes, bancarrotas, depredación ambiental, racismo, machismo, homofobia y represión. Por eso, que nuestra reacción en el mundo sea de rebelión, de levantamientos, protestas y profunda oposición al capitalismo no debería sorprender: es el resultado de una experiencia concreta de vida. El sistema globalmente, está contra nosotros.
Preparan lo único que saben
Todo el proyecto de civilización cruje. La pandemia vino a reforzar todas las contradicciones de un orden social en desintegración. La élite que manda, que tiene el poder mundial, está desorientada. Corre detrás del COVID e improvisa, pero su reacción de clase, su instinto de minoría explotadora la hace actuar de una sola manera. Marx decía que el capital, agota las dos fuentes fundamentales de la generación de riqueza social: la clase obrera y la naturaleza. Y en las crisis, el sistema, ajusta todas las condiciones de ese mecanismo de destrucción social. Para salir de sus encerronas, cuando la rentabilidad de sus negocios declina, el recurso que activan es profundizar la explotación obrera, es intensificar la destrucción de la naturaleza. Pero en lo que va del siglo XXI el sistema amplificó todas las formas de barbarie con la finalidad económica siempre, de asegurar el lucro del 1% que domina la economía. El racismo en sus diversas expresiones, la xenofobia, el machismo, la opresión nacional, tienen como propósito utilizar esas ideologías del odio para dividir a las mayorías, para explotar económicamente a los sectores estigmatizados y para asegurar márgenes de ganancia a las grandes corporaciones mundiales. Por supuesto, los gobiernos de todo el mundo son los instrumentos que ejecutan esa orientación, y las burocracias sindicales no ofrecen resistencia alguna. La pandemia está agudizando la bancarrota económica. La perspectiva que preparan la burguesía mundial es más de todo lo peor: ajustar los términos de la explotación económica y de todas las opresiones sobre la mayoría, con especial ensañamiento hacia nosotros, la juventud.
El capitalismo humano, utopía reaccionaria
Los propagandistas del sistema, pero también sus socios “progresistas”, pronosticaban al inicio del COVID-19 el “congelamiento” de las luchas. Nos decían que la pandemia postergaba las protestas y rebeliones para un futuro lejano. ¡Y llegó la rebelión en el corazón del imperio, en EEUU para sepultar todo ese veneno de escepticismo! ¡Y volvieron a las calles con furia las masas del Líbano, en Francia, en Brasil, y en toda América Latina empiezan a moverse los pueblos! Y un rasgo fundamental de esas rebeliones, de estas luchas que se retoman en todo el mundo, es el protagonismo de nosotros, los jóvenes: los precarizados o desocupados, los que estudiamos, la juventud racializada, las mujeres y disidencias que luchamos ocupando las calles y enfrentando todo lo que se nos oponga. Los gobiernos, sus partidos, sus intelectuales, sus medios de comunicación, nos quieren hacer creer que hay una versión buena de capitalismo. Que lo está fracasando es la versión “neoliberal”. Dicen que hay un modelo “progresista”, “humano”, de capitalismo. ¡Es la típica campaña ideológica en los momentos de crisis, cuando el miedo a la revolución acorrala a los de arriba! Quieren desviar las rebeliones, quieren separar a la vanguardia rebelde de las ideas socialistas y nuestras organizaciones. Pero lo único que tienen para ofrecernos son palabras, son discursos.
Unir todo lo que ellos dividen: salida colectiva
La lucha contra el sistema no se puede limitar a los reclamos parciales. Los movimientos sociales son una energía poderosa que debilita a gobiernos, regímenes y al capitalismo. Pero no alcanzan si solamente levantan un programa particular, sea contra el racismo, contra la opresión machista, homofóbica o la depredación socio-ambiental. La teoría de las “identidades”, como ideología que divide las opresiones en compartimentos estancos y que plantea como tarea la “deconstrucción” de los opresores y el “autoconocimiento” de los oprimidos, tiene una debilidad insalvable: no cuestiona al capitalismo de conjunto, ni plantea su sustitución por otra organización social, global. Tampoco la lógica de las elecciones, en los marcos de esta democracia capitalista puede ser el camino estratégico para asegurar nuestros derechos. Somos militantes de todas las causas, intervenimos en los movimientos sociales como militantes consecuentes de los mismos. También utilizamos la lucha electoral, para fortalecer nuestras posiciones socialistas. Pero, el Estado y todas sus instituciones, sirven a la clase dominante. Exigirles a ellas pueden servir para lograr alguna conquista temporal, y no las subestimamos. Pero para asegurar cambios duraderos, hay que desmantelar ese Estado y abrir camino, a un gobierno de los de abajo, de la clase trabajadora, la juventud y todos los oprimidos. Y para eso, el punto de partida es unir en una sola plataforma de salida todos nuestros reclamos y las medidas necesarias para concretar respuestas estructurales. Con la movilización, con la autoorganización democrática como palanca para ganar la pelea de fondo e ir construyendo el germen de nuevas instituciones, no para reformar el sistema, sino para reemplazarlo por otro: el socialismo. Y en ese camino, incluimos el derecho a la autodefensa contra todas las expresiones de la derecha reaccionaria, contra la represión y el fascismo.
Nos precarizan la vida, le oponemos nuestras causas
Los jóvenes junto a la clase obrera en general, somos uno de los sectores más directamente golpeados por la decadencia capitalista. Nos precarizan la vida entera: los que logramos encontrar trabajo, somos tratados como material descartable, sin derechos; en la educación afrontamos aranceles impagables, privatización, lógica de mercado y autoritarismo. El sistema compromete el futuro del mundo. Nosotros nos rebelamos para unir nuestra vitalidad a la clase obrera y los pueblos, para reorganizar todo sobre bases nuevas:
*Contra la precarización laboral, no somos descartables: en el plano laboral, luchar para trabajar todos, menos tiempo y con un ingreso equivalente al costo de la vida. Nuestro planteo consiste en repartir el trabajo disponible entre toda la fuerza laboral, reducir la jornada laboral a 6 hs durante 5 días a la semana. La innovación tecnológica, la reivindicamos, pero no para reemplazar personas por máquinas, sino para alivianar la carga social colectiva. Trabajar para vivir, no vivir para trabajar. Tiempo libre social, como derecho, no como privilegio de minoría.
*Contra la brecha tecnológica en la educación, igualdad total: La pandemia y el confinamiento en muchos lugares del mundo, exacerbó las desigualdades sociales en materia educativa. La cursada online, se transforma en brecha tecnológica para millones de estudiantes que no cuentan con conectividad o dispositivos electrónicos. Por lo tanto, reafirmamos nuestra exigencia por la universalidad del acceso, la permanencia y el egreso a todos los niveles de la escolaridad. Exigimos que los Estados aseguren conectividad y dispositivos a todos los estudiantes, sin excepción. Peleamos por el carácter laico de la educación y el derecho a la organización democrática del movimiento estudiantil. Por la libertad de cátedra y contra el pensamiento único. Por orientaciones curriculares discutidas y votadas democráticamente por estudiantes y toda la comunidad, asociadas a las necesidades obreras y populares. Por el monopolio estatal de la educación. Por el presupuesto necesario, basado en eliminar subsidios a la educación privada e impuestos a bancos y grandes fortunas. Por el co-gobierno con mayoría estudiantil de la educación.
*Contra el racismo en todas sus formas: En El Capital, Marx escribió que «la fuerza de trabajo en una piel blanca no puede emanciparse a sí misma mientras la fuerza de trabajo en una piel negra sea marcada con hierro candente». La juventud, la clase obrera, es internacional, multi-étnica y pluri-identitaria. ¡Hay que desmantelar los aparatos de represión estatales! Estamos por la abolición de toda legislación discriminatoria racial, coercitiva y toda forma de segregación. Igualdad legal e igualdad real para toda la juventud del mundo.
*Contra el machismo, la homofobia y todas las ideologías del odio: Hay que combatir la opresión de género, contra las mujeres y las disidencias. Es fundamental luchar por todos los derechos de las mujeres jóvenes, trabajadoras y estudiantes. Los derechos laborales a la igualdad salarial plena, y en el campo democrático, al aborto legal y a decidir sobre su propio cuerpo. En el mismo sentido, abolir toda legislación homofóbica y trans-odiante, a favor de la total y completa libertad personal. Levantamos la necesidad de una verdadera Educación Sexual Integral, sin injerencias clericales, científica. Y claro: separar Iglesias de Estados, y desfinanciarlas.
*Contra las opresiones nacionales, por el derecho a la autodeterminación de los pueblos: El capitalismo utiliza las fronteras nacionales y la falsa ideología de la “patria”, para fomentar divisiones entre los pueblos y someterlos. Defendemos el derecho a la autodeterminación democrática de todos los pueblos que lo reclamen. Aunque no promovemos la multiplicación de las fronteras, sino su definitiva abolición, con Lenin decimos que un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre, y por eso estamos por el derecho a la autodeterminación nacional, así como la lucha contra la opresión colonial de los pueblos. Estamos con el pueblo palestino, con los kurdos, con el de Cachemira, estamos con la juventud saharaui, con el pueblo irlandés, con los catalanes, vascos y, además, luchamos por el reconocimiento al reclamo territorial de los pueblos originarios expropiados.
*Contra la depredación ecocida: porque la matriz de producción y consumo del sistema es el verdugo de la naturaleza y la salud colectiva. Hay que arrebatarles a las corporaciones todos los resortes de la economía, planificar democráticamente todo en base a las necesidades sociales, no de la rentabilidad privada. Por una Educación Socioambiental Integral, científica, contra todas las variantes de la culpa individual. Reemplazar el modelo de energía hidrocarburífera contaminante, por limpias y renovables. En definitiva: por un metabolismo social con los ecosistemas, amigable, no depredatorio.
*Contra la especulación inmobiliaria, por el derecho a la vivienda: el capitalismo mercantiliza todo. En el campo el territorio, expropiando comunidades campesinas y originarias, a través de los pooles de siembre y el agronegocio, y en las ciudades, también opera igual. La apropiación del espacio público para el desarrollo de grandes emprendimientos inmobiliarios especulativos, afecta a la juventud que trabaja y estudia. Somos rehenes de esas corporaciones que nos hacen imposible acceder a una casa propia y los alquileres se llevan hasta el 50 % o más de nuestros ingresos de miseria. Luchamos entonces, por el derecho universal a la vivienda para la juventud. Con créditos a tasa cero, asegurados por el Estado, equivalente a una proporción estable del ingreso de cada joven.
*Contra la mercantilización de la cultura: la lógica del mercado se apropia de todo. El arte y todas las formas de la cultura juvenil, intentan ser capturadas por el sentido de lucro bajo el capitalismo. Luchamos por otro sentido del arte. Promovemos la total libertad, impulsamos el arte rebelde, irreverente. la emancipación completa de las expresiones culturales de la juventud, sin injerencias comerciales, sin tutela estatal.
*Contra la censura digital, conectividad libre: las redes sociales son a la vez, un recurso de comunicación y como todo, bajo el capitalismo, un nicho de negocios. La conectividad libre, plena disponibilidad de datos y wifi tienen que ser derechos sociales, sin injerencias de los magnates de las empresas 2.0, ni los gobiernos del mundo con sus dispositivos de espionaje y censura.
*Contra las falsas ideologías anti-obreras: ni la clase obrera desapareció, ni dejó de ser clave por la ubicación que tiene en la economía. No hay robotización ni inteligencia artificial que la reemplace. Por eso, nuestra bandera es la unidad de toda la clase trabajadora, para dirigir la sociedad de conjunto. La juventud no está separada del conjunto de los sectores del pueblo agredidos por el capitalismo. La unidad estratégica con la clase trabajadora, para bajo su hegemonía como sujeto social, para reorganizar todo, es una bandera que levantamos.
*Contra la “pandemia” del escepticismo: los derrotados, los cobardes, nunca se presentan así. Inventan una justificación para su rol amigo de los capitalistas. El planteo de “reformar el sistema”, de “humanizarlo” o las versiones “progresistas” son el peor virus: el descreimiento en la revolución que hace falta. Los combatimos, organizados, conscientes, con propuestas.
*Contra las derechas y los proto-fascismos: la polarización va ganando peso. Como respuesta a la acción de masas, y frente a la debacle de los reformismos que prometen concesiones, pero no tienen margen, las derechas más reaccionarias, se preparan y donde pueden, actúan. Tienen un programa: el salto en la barbarie explotadora. Hay que derrotarlas de forma implacable. En las calles, políticamente y con medidas contundentes anticapitalistas y socialistas. Nuestras organizaciones estarán a la vanguardia en la lucha antifascista.
*Contra la falsa democracia del capital: los que mandan en la economía con la propiedad privada de los resortes fundamentales de la producción, mandan en las instituciones estatales. Los partidos tradicionales, sus funcionarios de gobierno, son una casta llena de privilegios materiales e impunidad corrupta. Son enemigos de toda la juventud que lucha. Nuestra perspectiva es por una verdadera democracia de la mayoría, sin castas privilegiadas, con revocabilidad de mandatos, con salarios equivalentes al de un trabajador. Con control social de abajo hacia arriba.
*Contra todos los imperialismos, con los pueblos que luchan: el debilitamiento de la hegemonía yanqui es un hecho. A la vez, los neo-estalinistas y reformistas del mundo plantean como alternativa el imperialismo chino, como campo progresivo para las masas y la juventud del mundo. Nosotros decimos: no hay imperialismo bueno, todos se basan en la explotación de los pueblos del mundo y su propia clase obrera. Los combatimos a todos. Y nuestra trinchera son los pueblos que sufren las políticas imperialistas y de sus brazos ejecutores. En especial, estamos con el pueblo palestino y la revolución árabe, contra el Estado sionista de Israel, cuyo fin a manos de una revolución de trabajadores y jóvenes árabes y judíos levantamos.
Nuestra política para la revolución, para dar vuelta todo
Vivimos una etapa de rebeliones y revoluciones. Una etapa extraordinaria de crisis, es verdad; pero también de ventanas de oportunidad, para derribar muros y construir puentes hacia otra forma de vida. Reivindicamos el derecho a la revolución. Nuestra identidad es el socialismo, para una organización del mundo sin explotación, sin opresiones, sin fronteras nacionales. No tenemos nada que ver con las experiencias burocráticas del pasado, ni con las del presente en Venezuela y Nicaragua o el capitalismo de Estado en China. Ninguno de estos países es socialista. Las derechas y los reformistas, los utilizan para confundir. Nosotros, nos delimitamos de todos esos proyectos capitalistas y sus gobiernos. Nuestro llamado, nuestra convocatoria es a volcar toda nuestra energía en construir organizaciones políticas que militen para el gobierno de la clase obrera. Luchamos para construir una organización internacional que sea la herramienta para ganar la guerra que nos tiene declarada el capitalismo. Las juventudes de la Liga Internacional Socialista y de organizaciones juveniles amigas que firmamos este Manifiesto, queremos contribuir a ese sueño, a esa necesidad, a esa urgencia: la revolución social para ser los dueños de nuestro presente, de nuestro futuro. Te estamos convocando a un verdadero rescate del mundo frente a la desintegración a la que nos conduce el 1 %. En todos los continentes. En todos los idiomas. Porque las vidas jóvenes importan. Porque tenemos que dar vuelta todo. Es nuestro tiempo. Es ahora.