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Zuleika Matamoros y Carlos Carcione

Con un tono casi intelectual, el editor de La Izquierda Diario Venezuela Milton D’ León, realiza, en su artículo ¿Cómo se ubicó ante el chavismo la izquierda que se reivindica obrera y socialista? Elementos para el debate (I)[1], una operación clásica de los grupos sectarios que abundan en la izquierda internacional. Intenta un “balance” de las corrientes revolucionarias frente a Chávez y el Chavismo en los primeros años en los que transcurrió una de las experiencias más tumultuosas del movimiento de masas latinoamericano. Para ello recurre a la extracción de citas aisladas de su marco, elimina el contexto histórico concreto del periodo que analiza, y con esta omisión falsifica la historia de una política y una tradición de dirigentes obreros y militantes revolucionarios venezolanos que apostaron a sumergirse en la lucha de clases de su país. Y lo hacen, estos dirigentes, para intentar poner en pie una dirección revolucionaria que pudiera disputar la orientación del proceso bolivariano y de su fuerza motriz, el pueblo pobre y los trabajadores venezolanos. Así, de esta manera, D’ León da un salto a-histórico de dos décadas, al final del cual explica, retrospectivamente,  cómo se cumplió la profecía que un joven Milton o de sus gurús de la Fracción Trotskista internacional, realizaron 20 años antes. Por supuesto en el contexto no aparece tampoco la situación internacional, que en el momento que analiza tiene la importancia y el peso de la implosión de la URSS y la caída del Muro de Berlín, que con todas sus contradicciones era usado por el imperialismo en su campaña de Fin de la Historia. Proceso que impacto de lleno en organizaciones internacionales como la LITCI y hasta en el origen de la FT, hechos que les provocaron a estas organizaciones un profundo pesimismo hacia el futuro de la revolución socialista.

Nada por aquí, nada por allá

En el periodo que propone debatir en este primer artículo, D’ León, cómo un mal prestidigitador de suburbios, elimina de su texto y de su “balance” la historia. Apenas algunas líneas de golpe de Estado de 2002, poco y nada del Paro Patronal que recorrería casi todo 2002 y mucho menos menciona el sabotaje petrolero. No existen en su relato actores de importancia, no están ni la Unión Nacional de Trabajadores ni la Asamblea Popular Revolucionaria, espacio de frente único que condujo la rebelión contra el golpe y participó trabajadores organizados aparecen como sujetos pasivos, expectantes, sumisos, a los deseos de dirigentes o a las “declaraciones” de los grupos, sin proceso de evolución de conciencia, ni de las marcas que puedan dejar sus luchas, ni los aprendizajes que éstas provocaron en la clase y los sectores populares que estuvieron dispuestos a dejar la vida en la lucha contra el régimen del pacto de Punto Fijo. Para D’ León es un proceso sin historia, sin génesis.    

 No están tampoco, los trabajadores y el pueblo que rodearon los cuarteles y derrotan el golpe cívico militar organizado por la embajada de Estados Unidos, y que traen de vuelta a Chávez a Miraflores el 13 de abril de 2002; ni los trabajadores y los nuevos sindicatos petroleros y de otros gremios que junto a las poblaciones cercanas rodean las refinerías, las ocupan y ponen a producir los pozos y las factorías. No forman parte del relato del Editor de LID Venezuela. Desaparecieron, ni por aquí, ni por allá, no hay clases. Hay un gobierno burgués y unos partidos, grupos, dirigentes y militantes que “no entendieron” o no “estaban preparados”, y por supuesto muchas citas parciales.  Este es sin dudas un relato no solo a-histórico sino a-clasista del proceso. En fin, no hay historia y no hay lucha de clases. Y así como no existe la lucha de clases no existe la política del imperialismo solo mencionado al pasar cuando también al pasar se señala el golpe.

Un párrafo para el golpe y el paro patronal para decir que en su prensa escrita con una circulación de unas decenas de ejemplares llamó a no tener confianza en Chávez y que su pequeño grupo participo diluido en alguna de las centenares de manifestaciones que liquidaron el golpe. Aquí los que enfrentaron el golpe, los que arrancaron las poblaciones de los cerros que rodean Caracas para bajar hasta Miraflores, no existen ni la táctica ni la política del grupo de compañeros que definieron formar la Asamblea Popular Revolucionaria, entre muchos otros líderes obreros y populares conocidos o anónimos que contra la capitulación que preparaban los Maduro, los Diosdado Cabello, incluso del propio Chávez desde la Orchila, y compañía, organizaron desde la base y condujeron la rebelión contra el golpe proimperialista y el paro sabotaje. Toda esta historia, los debates que se dieron, las posiciones que se debatieron quedan reducidas a unas pocas líneas del “núcleo de jóvenes” que editaban por apenas decenas de ejemplares un periódico.

Esta introducción es necesaria porque si de verdad se busca un debate serio, es imprescindible contextualizar históricamente, precisar los hechos, evaluar el conjunto de las políticas y la acción práctica de las organizaciones que se estudian en el seno de la lucha de clases. De lo contrario más que un debate que permita sacar conclusiones sobre los errores que se cometieron y fortalecer la tarea de la construcción de un partido revolucionario, el debate que propone el editor de LID Venezuela es pura propaganda sobre sus posiciones. El viejo recurso para demostrar que se tenía razón desde un principio y así exigir tácitamente, “autocritica” al resto, en la peor tradición stalinista.

El colapso del Puntofijismo y la CTV, los primeros gobiernos de Chávez

El Caracazo de 1989 marca el principio del fin del régimen de Punto Fijo. Uno de los hechos más dinámicos de este colapso para la política revolucionaria fue la debacle de la CTV, la central obrera que garantizaba la gobernabilidad a AD y Copei, los dos partidos en los que se asentaba ese régimen.  Un proceso de una década, antes de que Chávez llegara al gobierno donde las masas y la crisis de la propia burguesía fueron demoliendo un régimen  que dominó por más de 40 años el país. Liquidando sus partidos, la central sindical y los viejos sindicatos adecos.

No profundizar o al menos describir estos hechos, impide comprender el fortalecimiento del PST en ese periodo, o la tragedia que para el movimiento de masas revolucionarios significo la disolución de ese partido (volveremos sobre esto). Sus militantes y sus dirigentes obreros pasaron una primera prueba en las grandes huelgas textiles de los 70 del siglo pasado, pero se consolidaron como dirigentes principales de un nuevo movimiento obrero que formaba sindicatos por centenares o miles para reemplazar a la vieja burocracia adeca, que ya antes del gobierno de Chávez se agrupaba en la Fuerza Bolivariana de Trabajadores. Un frente único en tensión permanente entre las fuerzas de la izquierda reformista y la revolucionaria, que le disputaba de igual a igual y en muchos casos la superaba largamente.

El camarada Milton olvida también la insistencia de los militantes provenientes del PST que se agruparon en OIR, por fundar la Unión Nacional de Trabajadores, por tratar de dotarla de un método democrático e incluso de desarrollar procesos de importantes luchas y movilizaciones una vez fundada en 2003 y hasta entrado 2008 que es el periodo que toma su artículo.

Por otra parte asociar la disolución del PST solo a la ola chavista que supuestamente no supieron enfrentar ni su dirección ni sus principales cuadros, es de una superficialidad asombrosa que solo se explica por la característica a-histórica (necesidad del autor) del análisis con el que estamos debatiendo. No se trata en estas páginas de hacer un balance del PST, pero es muy importante despejar la maniobra que se pretende en el texto. No reconocer el tremendo impacto de la ruptura de la LITCI por el esceptismo liquidador en el que se sumió una parte de su dirección  por la implosión de la URSS, al no reconocer las contradicciones que ese derrumbe contenía, lleva a un error sectario y propagandista para justificar, como todo el artículo, la línea previa del grupo de jóvenes que hoy se denomina LTS.

Es cierto sin embargo que un sector del PST decidió a sumergirse en el proceso sindical y político de liquidación de la CTV y del surgimiento de centenares de nuevos sindicatos. Y por eso fue posible dar la pelea para disputarle a los sectores mayoritarios de la izquierda reformista, contrarrevolucionaria, hasta superarlos en el tumultuoso Segundo Congreso de la UNT en 2006, lo que llevó al alejamiento de esa nueva central de la tendencia conducida por Maduro. 

Lucha de clases no, elecciones si

A nuestro autor le interesa poco la actividad política y sindical concreta de los compañeros a los que critica. Basa todo su cuestionamiento en declaraciones y tácticas electorales fuera de contexto. Y para justificarlo hace al pasar, como todo en su texto, comparaciones falsas y confunde adrede táctica con estrategia y principios.

Una de las más grotescas es la afirmación  de cuál sería diferencia entre los gobiernos de Chávez y los de Frente Popular clásico.  Según el autor con el que debatimos, los frentes populares serían más “radicales” que los bolivarianos, sin ninguna explicación ni programática ni de medidas de gobierno. Por el contrario: mientras los Frentes Populares, como el francés de 1936, estaba constituido por poderosos partidos obreros contrarrevolucionarios, además del partido burgués que lo integraba, el chavismo demoró casi una década en reconstruir algo parecido a un régimen político y solo lo logro por un breve periodo. A diferencia de los frentes populares, el Caracazo y el proceso que le siguió, demolió los viejos partidos incluidos los nuevos de la izquierda como por ejemplo el MAS. Mientras que los clásicos partidos stalinistas no capitalizaron esa crisis de AD ni Copei. El hecho es que el colapso del puntofismo abrió una oportunidad enorme para disputar la dirección del movimiento de masas y de la clase obrera, a eso se dedicaron los compañeros que D’ León critica.

D’ León, cuestiona la misma reunificación de los ex militantes del disuelto PST en OIR, una vez que estos habían logrado una extraordinaria estructuración con roles centrales en el movimiento obrero y de masas y habían construido medios de comunicación novedosos y poderosos para la época como Aporrea.org, este cuestionamiento es también superficial.  

La crítica central que se hace en el texto está relacionada con las elecciones en las que sería equivocado apoyar ni siquiera críticamente la candidatura de Chávez. Eso explicaría la supuesta implosión del PRS, un partido que no tuvo tiempo de consolidarse, y que es importante solo para el autor porque su grupo lo integraba para luego retirarse.  Podríamos citar extensamente el trabajo de Lenin[2] sobre el voto a los laboristas ingleses, para acompañar la experiencia de una clase obrera que estaba preparándose para un proceso revolucionario. Incluso se podría argumentar que el Partido Laborista estaba asentado en los sindicatos, o exagerando afirmar que era un partido obrero. Sin embargo la realidad  era que era el mismo laborismo que acompaño a los conservadores en la Gran Guerra con una clara política proimperialista.  Pero no tiene sentido alargar este texto con citas, el lector puede revisar en el link de abajo ese trabajo de Lenin, y no tiene sentido sobre todo porque al editor de LID Venezuela no le interesa llegar a puntos comunes desde donde debatir el balance de los revolucionarios en el proceso bolivariano, sólo busca ratificar sus posiciones. Por eso sus críticas nunca tienen en cuenta la lucha de clases, sino declaraciones descontextualizadas o tácticas electorales.  El artículo de D’ León cuestiona la actuación la corriente histórica del trotskismo venezolano pero no balancea la actuación de su propio grupo, la LTS. Y no lo hace porque tendría que explicar por qué ese grupo se mantuvo siempre igual a sí mismo, pequeño e intrascendente en la realidad política y la lucha de clases del país, desde sus “grandes aciertos”  hasta la actualidad.

Táctica y estrategia

Es importante aclarar que nuestra posición no defiende el trabajo ¿Por qué fracasó el chavismo? que reivindican los compañeros del actual PSL, porque lo consideramos unilateral, parcial y por lo tanto equivocado. Lo mencionamos que porque D’ León lo utiliza como excusa para abrir el debate.

Por otra parte la respuesta a las tácticas que este editor cuestiona, se responden en el texto de Lenín que mencionamos, y seguramente puede discutirse la corrección de las mismas, pero eso solo es posible con quien se disponga a hacerlo con honestidad intelectual. De lo que estamos seguros es que todos los intentos de los militantes trotskistas cuestionados por D’ León, en el periodo concreto que trata el artículo, cumplen, a pesar de sus debilidades y los errores que se han cometido, con las dos estrategias que son condición para reconocerse parte del movimiento trotskista internacional: utilizar el método del programa de transición para desarrollar la movilización permanente del movimiento de masas y construir el partido de la revolución socialista.

Por fuera del período específico en que se da el debate con el artículo de D’ León, En 2007 se produjo una ruptura entre los compañeros cuya figura más conocida era Orlando Chirinos y los que decidimos fundar Marea Socialista. Ese año el chavismo presenta la iniciativa de crear el PSUV. Mientras que los compañeros que luego formarían el PSL, con Chirinos a la cabeza, rompieron con la orientación de mantenerse pegados a la base obrera y popular del proceso bolivariano, y en distintos momentos llegaron a coquetear con la derecha haciendo incluso un frente común contra las expropiaciones. Por nuestra parte los que conformamos Marea Socialista decidimos, para ser coherentes con la pelea por la construcción de una organización revolucionaria sumergidos entre los trabajadores y los sectores populares, iniciar una experiencia de entrismo en ese partido. Lo hicimos sin integrarnos al gobierno, manteniendo nuestra organización, nuestra prensa y haciendo públicas nuestras posiciones, críticas y debates con Chávez y con la dirección del PSUV. Demostramos el desfalco a la nación, denunciamos como entreguista las primeras experiencias de zonas económicas especiales y estuvimos entre las pocas voces que alertaron contra el saqueo del Arco Minero del Orinoco, poniendo a la vista la base material de la boliburguesía. Y entre muchas otras batallas políticas, dimos la pelea pública contra la burocracia del gobierno, instalando con fuerza el debate contra la burocracia y el capital.


[1] ¿Cómo se ubicó ante el chavismo la izquierda que se reivindica obrera y socialista? Elementos para el debate (I) (laizquierdadiario.com.ve)

[2] Lenin sobre el laborismo. https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1920s/internacional/congreso2/02.htm