
Está en marcha un proceso denominado “Constituyente Obrera” planteado por el presidente Nicolás Maduro y respaldado, entre otros, por el Ministro del Trabajo Eduardo Piñate y varios voceros de la llamada Central Bolivariana Socialista de Trabajadores (CBST). Es decir, expresiones del poder constituido, más ajeno y enemigo que nunca de la clase trabajadora venezolana, junto a voceros de una central sindical burocratizada al extremo, convocan, promueven y organizan un evento que dicen es para “revitalizar y organizar a los trabajadores”
No es un proceso genuino de participación ni de empoderamiento de la clase trabajadora, sino un intento de reforzar su control político e ideológico sobre los trabajadores y las trabajadoras, buscando legitimar un orden laboral profundamente regresivo. Lejos de abrir un espacio para la deliberación democrática de las bases, este proyecto persigue la subordinación de la clase obrera a la lógica burocrática y corporativa del Estado patronal.
En lugar de promover una discusión libre sobre los derechos laborales, la contratación colectiva, la libertad sindical y las condiciones de vida del pueblo trabajador, se intenta imponer un modelo en el cual las organizaciones obreras sólo existen como correas de transmisión del poder gubernamental y empresarial. Se trata de una “constituyente” diseñada desde arriba, sin autonomía, sin pluralidad, sin debate real y con el claro propósito de neutralizar toda forma de organización independiente
¿El gobierno antiobrero y sus aparatos burocráticos van a revitalizar y organizar a los trabajadores?
La “democracia” que practica el gobierno de Maduro dista muchísimo de ser una democracia obrera, sindical o constituyente. Por el contrario, en la medida en que fueron aplicando sus planes de ajuste, y con ello arrebatando todos los derechos a los trabajadores, fueron desmontando cualquier posibilidad de que estos últimos y sus organizaciones pudiesen responder con planes de lucha unitaria o por sectores.
Para ello ha sido empleada desde hace varios años una brutal represión que ha dejado como saldo cualquier cantidad de dirigentes sindicales detenidos, y trabajadoras y trabajadores criminalizados por alzar su voz. Entre las graves consecuencias de todo eso nos encontramos a una clase obrera disgregada y atomizada a merced del patrón público y del patrón privado.
El carácter del gobierno de Maduro nos dice que para ellos debatir u organizar es realmente vigilar y controlar. Por eso fue borrada de cada empresa o lugar de trabajo la posibilidad de hacer asambleas convocadas desde las bases o por sindicatos con un mínimo de autonomía, o que escapen al manejo de cuanto aparato esté al servicio de la represión estatal, llámese el partido PSUV, los grupos parapoliciales o la misma CBST y su papel de esquiroles.
Con este panorama entonces no es que se espere que en esa “Constituyente Obrera” se va a hablar de cómo recuperar el salario o la discusión de los contratos colectivos, o cómo se va a garantizar el derecho a que los trabajadores recuperen su dinamismo sindical sin que por ello sean objeto de judicialización, o cómo retomar la protesta como un derecho fundamental sin correr el riesgo de ser encarcelado. No son cambios favorables para los trabajadores lo que se viene, al contrario, será para reforzar las políticas antiobreras del gobierno con otros matices o algo parecido.
La recuperación y organización de la clase trabajadora es tarea única y exclusiva de sí misma
Frente a esta falsa “Constituyente Obrera”, lo que se impone es la reconstrucción y refundación democrática del movimiento obrero y sindical, desde las bases, en la lucha por el restablecimiento y el avance de los derechos laborales y sociales arrebatados en los últimos años. Este proceso debe partir de la organización y el protagonismo de los trabajadores y trabajadoras, de sus asambleas, de la articulación de los sectores en lucha y de la recuperación de los sindicatos como instrumentos de combate y representación genuina.
Solo mediante la independencia política frente al Estado, a las patronales, publica y privada, y a las burocracias sindicales, podrá renacer un movimiento obrero capaz de defender el salario, la contratación colectiva, la libertad sindical y la justicia social.
Llamamos a la clase trabajadora y a sus movimientos afines a mantenerse alertas y a organizarse con independencia frente a esta nueva maniobra de cooptación. No hay salida favorable para el pueblo trabajador mientras el poder permanezca en manos de quienes destruyen sus derechos y sofocan su voz. La respuesta debe venir desde abajo, en lucha, en unidad, para reconstruir la fuerza autónoma del movimiento obrero y abrir un camino propio frente a este orden antiobrero y antisindical.
